La cultura del café ha sido descrita durante décadas como el conjunto de tradiciones y manifestaciones que se han consolidado en las comunidades que han surgido alrededor del cultivo del café y su comercialización. Colombia, a pesar de no ser el único país productor del grano en el mundo, es pionero de ésta hermosa cultura gracias a la necesaria intervención humana en todo el ciclo productivo. En nuestros cultivos las máquinas son humanos con azadones, palines y machetes.
Décadas
enteras, el café soportó en sus espaldas la carga económica Colombiana. Miles
de familias encontraron en éste grano, la manera de garantizarle el bienestar
en sus hogares. También tendremos que decir, que durante años fue una cultura
machista, donde las mujeres simplemente cumplían con labores domésticas, religiosas,
familiares y sociales; labores que fueron evolucionando con la sociedad y hoy
convierte las mujeres en pilar de todo un legado cultural.
En
esas labores, que pasaban desapercibidas para muchos, evolucionó con el tiempo
una cultura de diversificación y transformación. Nuestras mujeres cafeteras
eran algo así como emprendedoras ocultas por el miedo y el respeto a esas
tradiciones machistas. Sus deliciosos inventos permanecían en el secreto de la
familia o el “chicaneo” de vecinas.
Con
fortuna para la cultura cafetera, nuestras montañas formaron mujeres líderes
que decidieron hacerle frente al costumbrismo. Mujeres que alzaron su voz y
mostraron todo su potencial, el arte oculto de la mujer campesina. La
diversificación agrícola, el emprendimiento y la transformación productiva se
convirtieron en los mayores potenciadores del patrimonio cafetero.
La
sabiduría en el aprovechamiento de muchos de los recursos que acompañan el
cultivo del café, se debe a esa incansable y callada labor de las mujeres
cafeteras, a una vida dedicada a la atención de su familia y a la creación de
un conocimiento en el que hoy se soporta el bienestar y la economía de muchos
hogares de las montañas colombianas.
Basta
un agradable café en la zona de “La Terraza” de Jericó, rodeado de “amas de
casa” con sueños e ideas que se han ido materializando alrededor de un gran
liderazgo, para reconfirmar ese magnífico potencial de las mujeres cafeteras y
su incidencia en la evolución de nuestra cultura. Natura de la Granja, El
Chaquiro, Artesanías del Fique, La Jardinera, Deli Café, entre otros, hacen
parte de una consolidación emprendedora que nace en las montañas cafeteras y
que se convierte en un verdadero aporte para la construcción de paz en
Colombia. Un sueño entre las montañas.
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