miércoles, 28 de diciembre de 2016

Con RISAS el fútbol del Suroeste se abre una puerta



A las 10 de la mañana del pasado 27 de diciembre, el Estadio J.B Londoño de Jericó, abrió sus puertas para que más de 50 niños jericoanos y del suroeste mostraran su talento frente a los seleccionadores del club de fútbol Risas, liderado por Jorge Humberto Echeverry (Risas).



Hace varios años Jorge Humberto ya había pasado por el gramado del J.B Londoño. En aquella ocasión la dirección técnica del Rionegro F.C. lo ubicó en Jericó para quedar campeón Intermunicipal con un equipo que contaba con la fortaleza de Iván Ramiro Córdoba, uno de los mejores centrales que ha tenido el país. Por sus manos, además, han pasado jugadores de la talla de Stefan Medina, Daniel Santa, Juan Carlos Mosquera, Vladimir Marín, Luis Carlos Arias, entre otros. También fue Asistente Técnico del profesor Luis Fernando Montoya en la Selección Antioquia y posteriormente Técnico en Propiedad de Categorías Juveniles y Menores.

La iniciativa, que surge de las coincidencias de la vida y la motivación maternal de ver un hijo cumpliendo su sueño de Futbolista Profesional, es una “cadena de favores” que ahora repercute en los talentosos chicos del Suroeste Antioqueño. Detrás de éste movimiento deportivo hay una jericoana que también supo soñar en sus años de colegio con el deporte, aunque no fuera para darle al balón con el pie. Del Voleibol al fútbol hoy los sueños son los de su hijastro.

La ubicación estratégica del municipio, la colaboración de la Administración Municipal de Jericó y el potencial futbolístico del Suroeste sirvieron como aliciente para que este club de once años de existencia, reconocimiento en la Liga Antioqueña de Fútbol, personería jurídica y el liderazgo de un equipo técnico que se vio motivado durante toda la jornada de trabajo, pusiera sus ojos en el fútbol suroestano.



“Los equipos profesionales se volvieron muy cómodos” asevera el profe Risas, argumentando la dificultad de un jugador de subregión para presentarse a convocatorias profesionales donde los observan 20 o 30 minutos y “no los miran bien, perdiendo no sólo el jugador de fútbol sino, en la gran mayoría de casos, también el ser humano”.

Hoy la posibilidad de llegar al fútbol profesional puede estar más cerca para éstos  jóvenes suroestanos, que hicieron una pausa en su celebración navideña, para pedir y sudar un aguinaldo extra. Los preseleccionados empiezan a ser los referentes para reforzar los equipos del Club de Fútbol Risas en los diferentes categorías de la Liga Antioqueña de Fútbol, abriendo una puerta más en el cumplimiento de sus metas. “Uno va hasta donde se propone”, decía una de las madres asistentes.



















@pipecorreac





martes, 27 de diciembre de 2016

España y Venezuela me enamoraron más de Jericó...

“¡El Genio está por ahí!. Anda con unos españoles, o algo así”. El mensaje fue entregado en un saludo de amigos, pero algo inquietante quedó en el ambiente. No es novedoso que El Genio venga a Jericó! No es novedoso encontrar españoles o extranjeros en nuestras calles! Sin embargo, la curiosidad mató al gato y rápidamente el contacto por whatsapp logró un encuentro a la mañana siguiente.



Carlota, Juan y Josmar; dos españoles y un venezolano decidieron acompañar, por unas horas, a su amigo de travesía por parte de Suramérica, para conocer aquel paraíso que tantas conversaciones ocupó en su encuentro. Fueron menos de 24 horas en Jericó. Una jornada maratónica que develó un edén entre las montañas, pero que dejó la espinita del pronto regreso a la Atenas del Suroeste.

Carlota y Juan son un par de jóvenes Catalanes que decidieron realizar una pasantía académica en Colombia antes de culminar sus estudios en medicina. Josmar, es un venezolano de mil batallas. Un observador del mundo que descresta con su curiosidad botánica. Nuestro encuentro fue cerca de las 11:00 a.m. luego de que ellos disfrutaran de un “desayuno tranca’o” de “Mi Chozita”. Arepa, huevo, buche y otras delicias culinarias de mis montañas hicieron parte de su menú mañanero.



Teniendo en cuenta que su regreso estaba programado para las 4:00 de la tarde, decidimos emprender camino hacia el Jardín Botánico. La noche anterior habían acordado éste itinerario en su caminada nocturna al “Morro El Salvador”. Nuestro recorrido inició por la “falda del comando” (80 escalas) pero, no habíamos puesto el pie en la primer escala, cuando tuve que detenerme a observar su comportamiento. A medida que subían hacia la carrera 3ª, la observación de cada detalle reflejaba sorpresa en sus ojos y alegría en sus rostros. Contenerme para apreciar aquella escena era una misión ineludible.

Logré darles alcance en la carrera 3ª pero, de la escena en las escalas sólo había cambiado la inclinación. Nuestros nuevos amigos observaban con detenimiento cada puerta, cada color … cada calado. Hablábamos de su experiencia en Colombia pero sus ojos no se alejaban de nuestros detalles arquitectónicos. Parar en el “portón rojo”, fue obligatorio para lograr uno de sus recuerdos fotográficos en la corta instancia en Jericó… Lo que ellos no sabía era que un lente seguía con admiración su paso por las calles de nuestro pueblo.


Atravesar la puerta del Jardín Botánico “Los Balsos” fue la oportunidad para apreciar de cerca, y con confianza, la multiplicación exponencial de la admiración por un destino turístico. Entender que el paso de lo urbano a lo natural estaba a detrás de una hermosa puerta, parecía sacado de un cuento de hadas. ¡Otra foto en el puente! ¡Y ésta vez con nuestra cámara! Pidió Carlota en medio de su asombro. Ésta imagen no la captó mi lente, pero si la captó mi memoria. Una imagen imborrable de nuestros nuevos amigos.

Sus pasos dentro del Jardín Botánico eran lentos y curiosos. El nivel de observación era digno de cualquier investigador botánico o ambiental. Cada planta o animal despertaba inmediatamente su curiosidad y una cadena de preguntas que “El Genio” y yo tratábamos de resolver con celeridad para atender el siguiente cuestionamiento. Nuestro recorrido fue lento pero de aprendizaje conjunto e intercultural.




Lastimosamente, el tiempo no es mejor aliado de las visitas cortas a nuestro pueblo. La hora del viaje se acercaba y querían llevar algunos recuerdos y productos de nuestro municipio. Cardamomo, café, lapiceros artesanales, entre otros, hicieron parte de aquel equipaje que tiene como destino familia y amigos de sus lugares de origen. Disfrutamos de un delicioso almuerzo preparado por “El Genio” y, tras una agradable conversación al vaivén de las hamacas, la llamada inexorable al “moto ratón” marcó el inicio de un hasta pronto.

Desde la “Aldea del Piedras” iniciamos la ruta motorizada hacia “la flota”. Llegar con diez minutos de antelación a la partida del bus, fue la excusa suficiente para acceder a la petición de Carlota y Josmar de bajar hasta “El Santuario”. Lo habían visto desde lejos y no se querían ir sin visitarlo. A pie, y sin avisar a nuestros compañeros de aventura, decidimos emprender la ruta por la carrera 4ª, pasar por el parque “Fundadores” y regresar rápidamente por el mismo camino. El celular sería la herramienta para reencontrarnos con “Genio” y Juan antes de la salida hacia Medellín. Tres minutos antes de las cuatro, nos ubicaron en el sector de Boyacá … en la mitad de la falda … y allí despedimos nuestros par de viajeros en moto.



A las cuatro en punto llegamos al Bus y el deseo de no querer partir se notaba en la misma prisa que llevaba Carlota y Josmar. “Último llamado, los estamos esperando” se le escuchó decir a “Peluza” el despachador de la empresa de transportes. El momento de la despedida había llegado. Un fuerte y cálido abrazo selló la cimentación de nuevos lazos de amistad y el agradecimiento eterno de un jericoano que sintió como se multiplicó el amor por su patria chica a través del corazón y los sentidos de tres extranjeros. ¡Gracias Amigos!

@pipecorreac

domingo, 11 de diciembre de 2016

Estamos Cambiando


Estamos cambiando y no nos hemos dado cuenta. La transformación de nuestro entorno parece perceptible, pero la indiferencia institucional y comunitaria ha abierto la puerta a una modificación paisajística, cultural, económica, social y productiva de nuestras montañas.




Desde hace muchas décadas, Colombia y Latinoamérica han sido consideradas grandes fuentes de materia prima para los mercados mundiales. Hoy, la percepción no ha cambiado mucho y no nos hemos preocupado mucho por hacer que cambie. A pesar de ello, viene se viene generando una ola de “avances” agroindustriales en nuestras montañas que, en el afán desmesurado y no planificado de las autoridades gubernamentales por generar indicadores de popularidad, ha generado un enorme detrimento de nuestro bien más preciado: El Medio Ambiente y los Recursos Naturales.

Es claro que toda actividad humana es un factor de contaminación ambiental. Sin embargo, la particularidad de algunos intereses han permitido que el deterioro de nuestro medio ambiente tenga altas revoluciones y una impresionante velocidad de destrucción antrópica. Una mafia mega productiva y mega destructiva acosa nuestro territorio bajo una mirada social inquieta que se limita a la persecución de una locomotora minera.

Hace unos meses escribía precisamente sobre el alto impacto que generaría el establecimiento de cultivos de Gulupa y Aguacate en el corregimiento de Palocabildo (Jericó), teniendo en cuenta su ubicación en la parte superior de las captaciones de acueductos veredales y familiares. Hoy, el impacto visual de dicho establecimiento se suma al temor generado por la venta de nuevas fincas en el sector de Rio Frío (Támesis – Jericó) y otras zonas de nuestro suroeste para cultivos similares. Nuestros afloramientos y recursos naturales están siendo “víctimas” de una sociedad que busca acelerada y desmesuradamente convertirlos en victimarios. Muchas consecuencias sólo serán tangibles con el paso del tiempo y ya no habrá marcha atrás.

Nuestro territorio está cambiando y no precisamente para embellecerse. La división social, generada alrededor de la falta de respeto y tolerancia frente a las ideas y pensamientos del otro, nos ha enceguecido de tal manera que no nos hemos percatado del inmenso daño que nos estamos haciendo. Las nuevas vías, los cientos de metros de plástico, los monocultivos y otras actividades agroindustriales se han apoderado del verde de nuestras montañas y de sus recursos. Mientras tanto, el afán mediático de unos cuantos no permite generar argumentos con fundamento en el conocimiento académico, técnico y territorial. Se enseña y divulga sólo lo que conviene a cada una de las partes.

Todavía estamos a tiempo de entender nuestro territorio y los sueños de nuestras comunidades. Ante éste cambio, es hora de quitarnos el velo que genera el famoso cáncer de “Cochise” y construir territorio trabajando unidos por  el bienestar comunitario, la protección y conservación de nuestros recursos naturales y del medio ambiente; y la garantía de que las futuras generaciones puedan gozar de un mundo mucho mejor.






@pipecorreac