martes, 26 de abril de 2016

Un sueño entre las montañas.

La cultura del café ha sido descrita durante décadas como el conjunto de tradiciones y manifestaciones que se han consolidado en las comunidades que han surgido alrededor del cultivo del café y su comercialización. Colombia, a pesar de no ser el único país productor del grano en el mundo, es pionero de ésta hermosa cultura gracias a la necesaria intervención humana en todo el ciclo productivo. En nuestros cultivos las máquinas son humanos con azadones, palines y machetes.


Décadas enteras, el café soportó en sus espaldas la carga económica Colombiana. Miles de familias encontraron en éste grano, la manera de garantizarle el bienestar en sus hogares. También tendremos que decir, que durante años fue una cultura machista, donde las mujeres simplemente cumplían con labores domésticas, religiosas, familiares y sociales; labores que fueron evolucionando con la sociedad y hoy convierte las mujeres en pilar de todo un legado cultural.

En esas labores, que pasaban desapercibidas para muchos, evolucionó con el tiempo una cultura de diversificación y transformación. Nuestras mujeres cafeteras eran algo así como emprendedoras ocultas por el miedo y el respeto a esas tradiciones machistas. Sus deliciosos inventos permanecían en el secreto de la familia o el “chicaneo” de vecinas.

Con fortuna para la cultura cafetera, nuestras montañas formaron mujeres líderes que decidieron hacerle frente al costumbrismo. Mujeres que alzaron su voz y mostraron todo su potencial, el arte oculto de la mujer campesina. La diversificación agrícola, el emprendimiento y la transformación productiva se convirtieron en los mayores potenciadores del patrimonio cafetero.

La sabiduría en el aprovechamiento de muchos de los recursos que acompañan el cultivo del café, se debe a esa incansable y callada labor de las mujeres cafeteras, a una vida dedicada a la atención de su familia y a la creación de un conocimiento en el que hoy se soporta el bienestar y la economía de muchos hogares de las montañas colombianas.


Basta un agradable café en la zona de “La Terraza” de Jericó, rodeado de “amas de casa” con sueños e ideas que se han ido materializando alrededor de un gran liderazgo, para reconfirmar ese magnífico potencial de las mujeres cafeteras y su incidencia en la evolución de nuestra cultura. Natura de la Granja, El Chaquiro, Artesanías del Fique, La Jardinera, Deli Café, entre otros, hacen parte de una consolidación emprendedora que nace en las montañas cafeteras y que se convierte en un verdadero aporte para la construcción de paz en Colombia. Un sueño entre las montañas.

jueves, 21 de abril de 2016

Pensando en la Acción Común…

Cuando hablamos del desarrollo de los municipios de nuestro país, es necesario volcar los ojos hacia diversas instituciones y personas que han perseguido el desarrollo de sus comunidades y territorios, logrando establecer canales de gestión efectiva con el Estado y otras instituciones privadas.


Las Juntas de Acción Comunal –JAC-, de acuerdo a lo consagrado en la Ley 743/02, son organizaciones cívicas, sociales y comunitarias de gestión social […] integradas “voluntariamente por los residentes de un lugar que aúnan esfuerzos y recursos para procurar un desarrollo integral, sostenible y sustentable con fundamento en el ejercicio de la democracia participativa”, lo que las convierte en la base de elección democrática para el desarrollo nacional.

El próximo 24 de abril, las JAC de todo el país realizarán las elecciones de dignatarios para el periodo 2016–2020, una fiesta democrática a la que los medios le han dado poca relevancia durante más de una década, permitiendo con ello que se ignore, por la mayoría de ciudadanos, la importancia de su participación en éstas organizaciones de base y la relevancia de las mismas en el desarrollo del territorio.

El llamado hacia la participación ciudadana no puede seguir siendo ignorado. Vivimos un momento coyuntural para el país, en el que es necesario aprender a trabajar en equipo y a reconocer y afirmar al “individuo en su derecho a ser diferente, sobre la base del respeto, la tolerancia a la diferencia…” como lo promueven los principios del Desarrollo Comunitario en Colombia.

Las JAC son la “expresión social organizada, autónoma y solidaria de la sociedad civil” que más puede contribuir al fortalecimiento de los vínculos comunitarios y a la evolución en la búsqueda de dignidad para cada ciudadano colombiano, su fortalecimiento y reconocimiento efectivo se hacen fundamentales en el camino del posconflicto.

El ejercicio de promoción de las acciones comunales sigue siendo un gran reto para el Estado y para las organizaciones mismas, sin embargo, es evidente que sólo si logramos estrechar los lazos del trabajo comunitario y la construcción a partir del ejercicio de la democracia participativa, lograremos prepararnos efectivamente para la anhelada paz, de otra manera, los elementos generadores de violencia en Colombia, seguirán multiplicándose por cada rincón del país.


Al trabajo comunitario le debemos gran parte del desarrollo de nuestro país. Reconocer su importancia es recuperar la memoria en aquellos elementos positivos que, por falta de publicidad, se han ido perdiendo en el tiempo. Es hora de pensar en la acción común!



miércoles, 20 de abril de 2016

GRACIAS MI NORMAL!


No creo que sea mera coincidencia, pero quizá no encontraré mejor momento para dedicarle una cuantas líneas a Mi Normal, y para agradecer a todos los que de alguna manera hicieron parte de éste sueño colectivo. Así inicia mi nuevo blog…


Hace dieciséis años, mi vida aún transcurría entre los corredores patrimoniales de la institución que me enseñó a soñar, a servir y a pensar en la educación como el mejor camino para transformar el mundo. Hoy, cuando los normalistas estamos llenos de felicidad por regresar nuevamente a nuestra casa, también es necesario hacer un alto y decir GRACIAS.

Fueron doce (12) años que transcurrieron entre cuadernos, libros, amigos, deporte y, sobretodo, innumerables alegrías. Doce años donde los valores sociales y académicos se fueron albergando en un espíritu soñador y orgulloso de su territorio. Con la cohorte del año 2000, sólo se fue la materia… el cuerpo. En Mi Normal quedó el corazón y la gratitud con cada uno de mis docentes, mis compañeros y todo aquel que hizo parte de mi formación como normalista.

Hoy, luego de dieciséis años, una gran alegría inunda mi alma gracias a Mi Normal. El propósito de ser un granito de arena en un mar de necesidades institucionales se ha cumplido. Hoy, con el equipo de interventoría de la Gobernación de Antioquia, los ingenieros encargados de la obra, miembros de la comunidad normalista y de la Administración Municipal de Jericó, hemos visto el renacer de nuestro hogar. Hoy he confirmado que cada sacrificio realizado con alegría, amor y responsabilidad, rinde excelentes frutos.

Las puertas de la Normal se abren nuevamente. Las amplias aulas de clase se llenarán con las presencia y la alegría de nuestros chicos. Los descansos en las canchas y amplios pasillos regresan para ser parte de esa aventura educativa y de amistad. Vuelven los docentes a un lugar que dignifica su profesión y vocación. Volvemos todos a casa.

Gracias a todos aquellos que se atrevieron a soñar con un lugar digno para nuestros estudiantes, docentes y demás miembros de la comunidad educativa. Gracias a los que pusieron el hombro y nunca desfallecieron. Gracias a quienes cumpliendo con su deber, enfrentaron la adversidad y las críticas. Gracias a quienes levantaron su voz de protesta cuando fue necesario. Gracias a la comunidad normalista por insistir, persistir y nunca desistir. Fueron cincuenta y tres (53) meses llenos de decepciones, tristezas, malas noticias y retrasos que hoy hacen parte de la historia gracias a un trabajo de equipo. Gracias a Mi Normal por ésta gran alegría!