martes, 2 de agosto de 2016

El agua, un derecho y una responsabilidad de todos


Recorrer permanentemente las montañas, cafetales, potreros y diversos cultivos de nuestras montañas; se ha convertido en la excusa perfecta para observar, aprender y disfrutar de un territorio donde el recurso hídrico es abundante pero no infinito. Un recurso natural que se ve amenazado frente al crecimiento desmesurado en actividades “productivas” que se expanden sin consideración o respeto hacia el medio ambiente y el desarrollo sostenible.


Inicio pensando en un comentario realizado en Facebook por un amigo, en el cual, hacía referencia a la cantidad de “PLÁSTICO” que se puede observar en una fotografía aérea (o panorámica en algunos casos) tomada sobre el municipio de Jericó. Con su consideración, vinieron a mí un gran número de recuerdos de conversaciones en diversas zonas rurales de nuestro suroeste antioqueño y que, precisamente se han construido alrededor de una preocupación por el crecimiento desmesurado en la instalación de sistemas de producción bajo invernadero.

Las montañas del suroeste se han venido transformando. Los monocultivos, invernaderos y otras actividades productivas, amenazan un derecho fundamental de todos los hombres y mujeres que habitan el planeta: El derecho al agua. La ONU, a través del comité de Derechos Económicos, Culturales y Sociales -CESCR-, ha establecido que éste es “el derecho de todos de disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal o domestico”.

Igualmente, la Observación General Nº15 del CESCR establece la calidad del recurso hídrico como elemento indispensable en la garantía para la protección éste derecho humano. La Corte Constitucional Colombiana, frente a éste aspecto, ha considerado pertinentemente que [el agua] “por lo tanto no ha de contener microorganismos o sustancias químicas o radiactivas que puedan constituir una amenaza para la salud de las personas[1], reiterando con ello lo manifestado en la sentencia T-740 de 2011 donde establece que “La calidad del agua apta para consumo humano implica la existencia de unas condiciones físico- químicas y bacteriológicas que aseguren su potabilidad”.

Si bien, existe un crecimiento en el consumo de alimentos orgánicos y en la implementación de métodos de producción limpia, parece que muchos campesinos, empresarios y autoridades gubernamentales de nuestros territorios, aún ignoran la necesidad de proteger y conservar el medio ambiente como estrategia para garantizar el derecho a la vida digna de nuestra generación y de las generaciones futuras. Es claro que la implementación de cultivos, u otras actividades, en distancias inferiores a las reglamentadas implica un gran riesgo para las fuentes de agua.

Vivimos en un paraíso donde nuestra mayor riqueza se encuentra en el recurso hídrico y hemos sido ejemplo en la protección del medio ambiente, sin embargo, nuestros recursos naturales siguen siendo impactados ante ojos atónitos y mentes que se desprenden de su corresponsabilidad. Finalmente proteger el recurso hídrico y nuestro derecho al agua es responsabilidad de todos.

@pipecorreac




[1] Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-652 de 2013.